Me ha pedido que viaje en el tiempo para ayudarlo a evitar la violación de su hermana. Tiene la cara de un jefe que tuve una vez, pero no es él, o bueno, no estoy seguro, porque no parece tratarme como Dario solía tratarme. Dario vivía quejándose de sus condiciones de trabajo y del trato que le daban. Renunció y no lo volví a ver físicamente, aunque sí he hablado con él por
messenger. Desaparece. Se va. Yo estoy en el oeste de Caracas y es de tarde. Parece la estación
La Paz. Yo tenia un amigo portugues que vivia por aqui. Estoy en una estación Metro que no conozco. Se oye el trino de unos pájaros. Estoy vestido de beige muy claro, casi blanco. Es un traje formal, como si fuera a trabajar, pero yo nunca iría a trabajar con un traje de este color. Mi hermana está conmigo. El tren tarda mucho y ella me dice que va a salir de la estación a comprar algo de comer, que está aburrida de esperar. Yo también. Cuando se va, no me da tiempo de preguntarle que si está loca. En el Metro no se puede comer y ademas va a tardar mucho tiempo en volver.
El tren llega, pero se vacía por el lado opuesto y vuelve a irse. Esto no es el Metro de Caracas. El Metro no es así. Ese tren hizo mucho ruido. Ha llegado otro, con un diseño diferente. Hay un mar de gente en el andén. Yo volteo hacia los accesos a ver si mi hermana viene por algún lado. A empujones me han metido en el vagón y una vez dentro, me he caido, perdiendo la vista y sintiendo como todo el mundo me atropella. Todo se vuelve rojo. Poco a poco se va haciendo blanco. Mi hermana.. ¡Mi hermana! Voy a morir aquí y ella no me va a encontrar. Recobro la visión, y estoy en un autobús, sentado, viendo al
Cerro El Ávila a mi izquierda. Voy hacia el oeste. Estoy vestido diferente. Jeans ceñidos, chaqueta corta de jean por encima del ombligo, botas militares, brazaletes y correa de cuero, con pines puntiagudos de metal. Los pantalones se ven muy maricos. Cuando me baje, mas de uno se va a poner a cuchichear. Ya deberían estar haciéndolo porque el autobús está medio lleno. Alguien silba atrás, como un pájaro. Me veo anticuado. Todos me ignoran, sin embargo. Me miro en el espejo que forma el vidrio de la ventana. Mi cabello es diferente. Tengo una cresta
mohawk, hecha con espuma de jabón azul. Mi cabello se ve ralo, por la espuma seca. Mi franela es beige. Es una
chemise. No puede ser.. Estoy en el bachillerato de nuevo. Están terminando los años ochenta de nuevo. Esta es mi chaqueta negra. Rota. Si, soy yo. Soy yo, cuando no me importaba nada. Sonrío al vidrio, mirándome.
El autobús se detiene. Hemos llegado a la parada final. Todos se bajan. No reconozco el lugar. Es una calle larga con casas de un lado y un precipicio del otro lado, con algunas casas construidas en el borde. Camino por la calle. En sus puertas hay gente sentada, pasando la tarde. En una casa está sonando
Cerecita de Gualberto Ibarreto. Parece sábado. Es como sábado. Esto es no es Caracas. Parece un pueblo. Hay muchos arboles y el Ávila no se ve por ningún lado. A lo lejos he reconocido la casa. Nunca la habia visto, pero sé que es esa.
A pesar de que eres buena y de sabor exquisito, nadie siembra tu semilla, nadie siembra tu arbolito. Lará laralaila lailá.. se lamenta Gualberto. Me acerco, cauteloso. Está del lado del precipicio. Hay que bajar unas escaleras para llegar a ella.
Es una casita pequeña de dos pisos, con una escalera a la derecha que luego se esconde detrás para accesar al segundo piso. La penumbra de la tarde y el hecho de que tiene todas las luces apagadas dentro, la hace ver desolada y lúgubre. Me detengo en las escaleras y cierro los ojos, como tratando de imaginar que pasa dentro de la casa. El viento frio sopla suavemente. Siento escalofríos. Siento miedo. Miro al precipicio. Al fondo hay un río, y de lado y lado, hay arbustos creciendo en los riscos. Siento vértigo. Ojalá cerrar los ojos me lleve a otra parte. O me dé el valor para ayudarla. Alli estan los pajaritos de nuevo, trinando. No los veo por ninguna parte. Desabrocho mis brazaletes y los vuelvo a abrochar, pero a la altura de mis dedos. Cuando cierro las manos, los pines en forma de conos puntiagudos quedan sobre mis puños, y dentro de mis palmas, haciéndolas sangrar. Sarna con gusto no pica. Vamos a ver que cara pones cuando te clave tu coñazo, coñoetumadre. Espero que sea suficiente para lo que pueda encontrar dentro. Sigo bajando las escaleras. ¿Donde estás, Dario? Me pediste que te ayudara, no que viniera solo. Dario no está aqui, y sé que no va a venir.
Alguien está en el descanso de la escalera, antes de entrar a la planta alta, detrás de la casa. Por debajo de su ropa, tiene hojillas de afeitar oxidadas enredadas en el vello púbico, entre la cintura y el pene. Me detengo. Todo está en silencio. No hay nadie en casa. Se oyen pajaritos. El está tratando de forzar la puerta. En su espalda, enrolladas en el cuello, cuelgan unas cadenas, como de perro. Él no es de aqui. No sé como sé todo eso, si aun no puedo ver su cara ni su cuerpo. La tarde cae, y a mi me ha embargado un inmenso terror. No se oye nada, y dudo en subir la escalera, y entrar a ayudarla, o correr. Ni siquiera sé si ella está alli. Él me ha oido llegar y baja por las escaleras. Cuando logro verlo completo, tiene seis brazos. Tres de cada lado. Cada uno de ellos termina con la cabeza de una serpiente. Siento como mis piernas desmayan y caigo de rodillas. Trato de arrastrarme con las manos hacia atrás, mientras él avanza hacia mi. Mis manos sangran. Tiene un gran reloj en el pecho, colgado con una cinta como las que usan en las medallas de graduación, y sus manillas giran en sentido contrario. El trino de los pájaros viene de él. De sus quilíceros. Siempre fue él. Siempre estuvo conmigo. Su cara es como la de una araña. Tiene ochos ojos. Tiene cuerpo de mujer. Se aproxima..
Abro los ojos. El cierra la puerta de la habitación.
> ¿Te desperté? Me dice.
Abro mis brazos y le pido un abrazo.
- ¿Es muy tarde, mi amor? - Le pregunto, mientras le acaricio la espalda.
> No, pero dormiste mucho. Esta noche no vas a poder conciliar el sueño.
- No importa. Necesito estudiar para mañana.
Por la ventana pasan pajaritos. Parecen golondrinas. Aun es de tarde.
Technical Beareae Zero - [13-MAR-2005]
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