El Fin del Mundo.
Lo vió por primera vez cuando estudiaba los últimos años del bachillerato. Se detuvo inmediatamente sin saberlo, para mirarlo. Su sonrisa era cautivadora. Su cuerpo, generoso y fuerte, lo hizo temblar por un momento. Se quedó en silencio, observándolo, hasta que desapareció en algún pasillo del liceo. Se convertiría en su adoración secreta por meses. Un ansia que no lo dejaba dormir . Un hambre que solo se calmaba cuando podía verlo. Una fiebre que no se curaba con nada y hacia que los atardeceres en la Ciudad de los Crepúsculos fueran aún mas hermosos que de costumbre. Intensamente. Desesperadamente. Como se siente de esa manera única y fascinante, la primera vez. Fin de Mundo.
Consiguió el teléfono de su casa por una amiga común que estudiaba en el mismo salón. Terminaba el ultimo año de bachillerato. Sentía que no lo volvería a ver. Decidió llamarlo a casa y revelarle que era su admirador. No estaba consciente de que él obviamente no le correspondía, pero confiaba en que después de hablar y conocerse, el podría enamorarse como lo había hecho él. Fin de Mundo.
Así se dieron varias conversaciones y él lo invito a que se conocieran. Era seco, pero pensó que se debía a lo artificial de la linea telefónica, y que cuando se vieran en persona iba a cambiar de actitud. Estaba tan contento. No dejaba de sonreír y mirarse al espejo, arreglándose la camisa esa tarde. Pensaba en lo que le iba a decir. Como lo iba a saludar él. A donde irían. Temblaba solo de pensar en el momento en que hablarían a solas, mirándose a los ojos, uno cerca del otro. Así salió de casa, y llegó a la esquina donde habían acordado verse. Por la calle pasaban pocos carros y casi no había gente. El atardecer moría. Miró alrededor y se sintió el ser mas feliz de la ciudad. Fin de Mundo.
Poco después él llegó, pero no llegó solo. De su carro bajaron otros tres muchachos. A algunos los había visto con él. Uno llevaba un tubo de metal en sus manos. Se abalanzaron sobre él. Antes de que pudiera salir de su sorpresa, sintió un golpe en la cara. Duro, como una piedra.
¿Y ahora que vas a hacer marico de mierda? ¡Asqueroso, te voy a matar! ¡¡Yo soy un hombre y a mi no gustan los maricos!! Vas a vomitar sangre, coñoe'tumadre.. ¿Como se te ocurre llamar a mi casa, maldito pargo? ¡Ninguna cochina parcha se burla de mí, hijo de puta! ¡Te voy a partir la cabeza a patadas, maldito maricón!
Un carro frena, y él los ve huir. Arrancan a toda velocidad y se pierden de vista. El está tirado sobre el asfalto. La calle se va haciendo oscura lentamente. En cada parpadear de sus ojos, las luces de los postes de la electricidad se van volviendo rojas, y aunque ya es de noche, es como si cayera otro atardecer de malva y fuego sobre su ciudad. Esta vez no es hermoso. Esta ultima noche, es sombrío y desolador. Figuras y voces que se mueven alrededor, le hacen pensar que hay personas tratando de ayudarlo. Como pudo ser tan tonto, piensa. Su mirada se va apagando y los sonidos se van volviendo mudos, como el mudo y creciente infierno de dolor que se ha apoderado de su cuerpo. Como pudo ser tan ingenuo. Su respiración se vuelve errática. El yace allí, probando sin querer el sabor de sus lágrimas y su sangre mezclándose. Sintiendo como todo se desvanece, solo y perdido, en alguna calle de Barquisimeto. Fue el fin del mundo.
Techné 24Nov2004
Para Jorge "El Guarito"
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Consiguió el teléfono de su casa por una amiga común que estudiaba en el mismo salón. Terminaba el ultimo año de bachillerato. Sentía que no lo volvería a ver. Decidió llamarlo a casa y revelarle que era su admirador. No estaba consciente de que él obviamente no le correspondía, pero confiaba en que después de hablar y conocerse, el podría enamorarse como lo había hecho él. Fin de Mundo.
Así se dieron varias conversaciones y él lo invito a que se conocieran. Era seco, pero pensó que se debía a lo artificial de la linea telefónica, y que cuando se vieran en persona iba a cambiar de actitud. Estaba tan contento. No dejaba de sonreír y mirarse al espejo, arreglándose la camisa esa tarde. Pensaba en lo que le iba a decir. Como lo iba a saludar él. A donde irían. Temblaba solo de pensar en el momento en que hablarían a solas, mirándose a los ojos, uno cerca del otro. Así salió de casa, y llegó a la esquina donde habían acordado verse. Por la calle pasaban pocos carros y casi no había gente. El atardecer moría. Miró alrededor y se sintió el ser mas feliz de la ciudad. Fin de Mundo.
Poco después él llegó, pero no llegó solo. De su carro bajaron otros tres muchachos. A algunos los había visto con él. Uno llevaba un tubo de metal en sus manos. Se abalanzaron sobre él. Antes de que pudiera salir de su sorpresa, sintió un golpe en la cara. Duro, como una piedra.
¿Y ahora que vas a hacer marico de mierda? ¡Asqueroso, te voy a matar! ¡¡Yo soy un hombre y a mi no gustan los maricos!! Vas a vomitar sangre, coñoe'tumadre.. ¿Como se te ocurre llamar a mi casa, maldito pargo? ¡Ninguna cochina parcha se burla de mí, hijo de puta! ¡Te voy a partir la cabeza a patadas, maldito maricón!
Un carro frena, y él los ve huir. Arrancan a toda velocidad y se pierden de vista. El está tirado sobre el asfalto. La calle se va haciendo oscura lentamente. En cada parpadear de sus ojos, las luces de los postes de la electricidad se van volviendo rojas, y aunque ya es de noche, es como si cayera otro atardecer de malva y fuego sobre su ciudad. Esta vez no es hermoso. Esta ultima noche, es sombrío y desolador. Figuras y voces que se mueven alrededor, le hacen pensar que hay personas tratando de ayudarlo. Como pudo ser tan tonto, piensa. Su mirada se va apagando y los sonidos se van volviendo mudos, como el mudo y creciente infierno de dolor que se ha apoderado de su cuerpo. Como pudo ser tan ingenuo. Su respiración se vuelve errática. El yace allí, probando sin querer el sabor de sus lágrimas y su sangre mezclándose. Sintiendo como todo se desvanece, solo y perdido, en alguna calle de Barquisimeto. Fue el fin del mundo.
Techné 24Nov2004
Para Jorge "El Guarito"
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3 opiniones:
Fuerte, pero muy bien escrito.
Gracias! Lamentablemente, es verdad. El está bien ahora, sin embargo. Con el tiempo se mudaría a Caracas en busca de un ambiente mas tolerante, y nos conocimos por amigos comunes. El fin del mundo es una metáfora, por supuesto. El diría que todo fue menos poético y más crudo.
Saludos Guaro!! A mundo!!!
Muy crudo relato, demuestra lo poco humano que somos algunos seres humanos, porque la agresiòn? No basta con decir "Epale panita nada que ver" y listo.
Las heridas se curan con el pasar del tiempo pero siempre queda la marca en el alma.
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