Me encanta voltear a ver a la ciudad y que en el preciso momento en que mis ojos comiencen a distinguir la silueta de los edificios en la oscuridad, la pantalla numérica de la Torre La Previsora cambie, y el 1 se convierta en 2 o las 9:01pm se conviertan en las 9:02pm. Es como atrapar a la ciudad con las manos en la masa y confirmar por enesima vez, que no es un montón de concreto y metal, sino un gigantesco organismo vivo, que respira y palpita, en cada amperio que circula por sus venas y en cada fotón que emiten sus luces.
Hea llegado abril, y ya ha transcurrido un cuarto del 2007. Este año me propuse aprender Objetive C, JavaScript en el contexto de los Widgets de Mac OS X, y Japonés, y en realidad he hecho muy poco por ello. Desde que mi compañero me regaló el PS2, mi ocio se lo reparten los juegos de la consola y mi adicción a las películas extranjeras. Más triste que no tener voluntad para aprender algo o realizar un proyecto, es recordar meses después de habértelo planteado, que sentías muchas ganas de hacerlo y *puff* con la misma pasión que vino, se fue. Hoy me inscribí en el curso de japonés, y si..
las ganas siguen allí.
Aunque no fue diseñado para eso, sino como un antimicótico, he estado usando clorhidrato de terbinafina en las ultimas semanas sobre la cara, para ver que efecto tiene sobre el acné y me ha ido muy bien. No solo ha desaparecido el acné, sino también los enrojecimientos diminutos esos, los que no se convierten en espinillas. Ha tenido un efecto secundario inesperado, sin embargo. Cuando lo rocías en la cara, es inevitable respirarlo y le ha hecho algo a mi nariz. Ahora puedo distinguir el olor a metal caliente de las hornillas de la cocina, en la sala. Los diferentes olores del papel de los libros, desempacando las cajas de la mudanza que nunca abrí. El olor a tierra mojada y a hierba seca de la carretera que va a Rio Chico. Cosas que se supone que no huelen. Yo sufrí de una alergia fuerte hace años, y no me había dado cuenta que tanta sensibilidad había perdido en el olfato. No sigo usando la terbinafina, pero hoy particularmente he estado pensando en sus efectos secundarios.
Muchos árboles de la calle donde queda nuestra nueva casa perdieron sus hojas en marzo y de la noche a la mañana les crecieron nuevas; y con ellas, unas minúsculas flores amarillas. Huelen muy curioso, como una mezcla de Azahar y Alhelí. Me he preguntado sí antes del asunto de la terbinafina, hubiera podido ser capaz de darme cuenta de eso. Si caminas por la calle y pasas por debajo de ellos, y además tienes la suerte de que sople una ráfaga de brisa, todas las ramas sueltan una lluvia de florecitas amarillas. Hoy al llegar a casa, recordé aquella parte en
Cien Años de Soledad cuando muere Melquiades, y lo fantasiosos que me parecían los recursos del realismo mágico de la novela de García Márquez. Y me reí solo, como un loco, porque supe que lo de las flores lloviendo sobre Macondo era perfectamente verosímil. Nada celestial, romántico, ultraterreno o funebre. ¿Como se llamarán esos arboles? ¿Apamates? ¿Caobos? ¿Acacias? Sus frutas son raras. Son como unas peras marrones, pero no son carnosas. Cuando caen tienen semillas secas por dentro. Tienen forma como de glandes gigantes, con su corona rechoncha y turgente. Los arboles de las flores amarillas de Melquiades con olor curioso y frutas con forma de glandes gigantes que no se comen.. ¿Como se llamarán?
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TecBear [02-ABR-2007]
Etiquetas: vida contemporánea